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La naturaleza irreductible: yo humano

18-02-2009 | Por | Categoría: Artículo en Portada, Artículos Premium, Artículos Seleccionados, Cultura, Denuncias, Mascotas, Noticias, Psicología, Sociedad

Escalofriante, como gran parte de sus trabajos, es el relato que inauguró el género policial, escrito por el gran Edgar Allan Poe. En este trabajo se nos cuenta acerca de un crimen terrible y misterioso, en la Francia decimonónica: el cruento asesinato de dos mujeres en su hogar. El habilidoso detective Auguste Dupin, es quien debe resolver el enigma de cómo pudieron haberse llevado a cabo estos homicidios sanguinarios.

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Al final de la historia, luego de que Dupin, mente lógica y deductiva, antecesor directo de Sherlock Colmes, desarrollara una pesquisa intensa, se descubre la verdad: un orangután enfurecido, que se internó a través de la chimenea, ultimó a las mujeres con una hoja de rasurar. La racionalidad de Dupin, contrasta con la brutalidad de las acciones del simio. Pero tal vez no sea esto, en última instancia, lo que Poe nos quiso manifestar.

Un lamentable suceso no literario, recientemente acontecido, nos puede dar una pauta para comprender el oculto sentido del relato de Poe. En la ciudad de Connecticut, en los Estados Unidos, un chimpancé de ochenta kilos y veinte años de edad atacó a una mujer madura, que había acudido al domicilio de la dueña del animal, para auxiliar a reingresarlo a su jaula. Charla Nash, apenas había arribado a la casa de su amiga Sandra Herold, cuando la mascota de esta última, un chimpancé de nombre Travis, que había intentado fugarse de allí hurtando una llave, salto sobre ella para atacarla a base de mordiscos y puñetazos. Herold, desesperada ante las lesiones que Travis estaba ocasionando a Nash, intento alejar al animal atacándolo con un cuchillo de cocina. Sin embargo, ante lo infructuoso de su tentativa, llamó a las autoridades policíacas. Pero incluso los oficiales que acudieron fueron agredidos por el chimpancé, que incluso rompió un espejo lateral antes de introducirse a una patrulla. Uno de los policías que estaba en el vehículo, ante el violento embate de Travis, le disparó varios tiros. El animal, entonces, se retiró al interior del domicilio y allí murió.

Mucho se ha afanado el espíritu humano por someter a un estricto control los fenómenos y recurso de su entorno. Pero a pesar de esto, persiste un elemento de irreductibilidad en la naturaleza que, a pesar de todas las tentativas humanas, jamás podrá ser conmensurada totalmente. El intento por forzar la conjunción de dos ámbitos distintos, diversos e igualmente importantes, el de la civilización y el de la existencia silvestre, costó al vida de un ser vivo y ver lastimada la integridad física de varias gentes. Ni Travis el chimpancé, ni las personas involucradas, merecían lo que les sucedió. La naturaleza, de todos, merece respeto y las condiciones adecuadas para su ser.

En cuanto al sentido subyacente del relato de Poe, vale la pena recordar el modo en el que este genio atormentado de las letras se dedicó a indagar en el fenómeno del doble, como en los relatos “William Wilson”, o en “El hombre de las multitudes”. Poe supo percibir, como el pintor Much, qué doloroso sentido del absurdo vincula especularmente a todos los humanos. La racionalidad extrema de Dupin y el salvajismo del orangután de los crímenes de la calle de la Morgue, no son sino las dos caras de una misma moneda. Sherlock Holmes, el personaje de Conan Doyle, como Poe, así lo percibió, y como el escritor virginiano, trató de escapar a su angustia de ser tan razonable, como todos, a través de vicios y excesos. (Incluso Travis el chimpancé ya había intentado escapar en el 2003, y tuvo en jaque a varios oficiales antes de ser sometido con dardos tranquilizantes. El animal, se había inquietado al ver a alguien en un automóvil que pasaba junto al de su dueña. Hay quien dice que le arrojaron algo por la ventanilla. Pero también es posible, que el inicio de la desesperación del animal, haya despertado al descubrirse en los conductores de los demás autos: demasiado solo, demasiado humano).

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