Las dos caras del transgenerismo
8-01-2009 | Por Ademir | Categoría: Artículos Seleccionados, Cultura, Educación, SociedadMucha gente está sufriendo múltiples contratiempos para justificar su identidad oficial: son seres humanos que han optado por cambiar de sexo voluntariamente, por diversos motivos personales o por determinadas necesidades interiores; y lo han llevado a cabo sometiéndose a los más variados recursos clínicos: cirugías, implantes, inyecciones de hormonas, liposucciones, reconstrucción facial, etc. Desde una perséctiva general, el fenómeno del transgenerismo más allá de lo escandaloso, aun, de su manifestación, esconde un anhelo de cambio, más que subjetivo, orientado al exterior: es un deseo de transformación del mundo entero.
Obedece a la morsa
Existe un enigmático video en you tube, titulado “Obedece a la morsa”que poco a poco se va transformando en una leyenda urbana. En este corto se puede apreciar a una persona con malformaciones, evidentemente transexual, desarrollando una bizarra danza. Se habla de cultos satánicos, de una cierta variedad de arte cercano al snuff, de la influencia de músicos como Marylin Manson: se respira en “la morsa” las pesadillas de un Lynch, de un Cronenberg. Lo relevante para nuestro tema es como en esta expresión es una de las formas más exitosas de tergiversar y condenar al aislamiento, al rechazo y a la marginalidad, a individuos que han decidido escribir su propio ser, aun si fuese con renglones titubeantes y torcidos.
La lección de Tiresias
Conviene acudir al siempre valioso consejo de los padres griegos. Según las fuentes mitológicas antiguas Tiresias fue un hombre que mientras deambulaba por el bosque sorprendió a dos serpientes apareándose y habiéndolas separado con un golpe de su bastón se transformó de inmediato en mujer; sin embargo, siete años después halló a otras serpientes unidas y por este hallazgo pudo recuperar su sexo original de varón. Debido a su experiencia personal fue solicitado como juez para decidir acerca de los juicios encontrados de Zeus o Hera acerca de quién experimentaba más placer de entre los hombres o las mujeres. Al decidirse sobre la opinión del crónida, Hera en castigo lo dejó ciego, sin embargo Zeus lo compensó obsequiándole el don de adivinar el porvenir.
Las dos facetas de un anhelo inmenso
Este mito griego nos brinda la posibilidad de identificar plenamente las dos caras del transgenerismo: la alternativa de automarginarse, de cómo Tiresias cegarse, y clausurarse ante el entorno social perdiendo toda dignidad en un afán suicida por afirmarse, justificarse a sí, a costa de todo. Por el contrario, en la manifestación encarnada de los transgeneristas puede advertirse una ilusión muy humana y respetable por ver el futuro, como Tiresias, y contemplarlo como un lugar más tolerante, abierto y más que nada, diverso.