La razón de Obama: en torno a la invención del automóvil
25-02-2009 | Por Ademir | Categoría: Artículo en Portada, Artículos Premium, Artículos Seleccionados, Cultura, Motor, SociedadEn el marco de la delicada situación financiera mundial, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, pronunció un emotivo discurso, en torno la pronunciada recesión económica que su nación, y por ende el mundo entero, padece desde hace algún tiempo.
En un momento de su mensaje, Obama, enfatizó: “Y creemos que la nación que inventó el automóvil, no puede quedar al margen de ellos.” Es decir, de su mercado y fabricación, por motivo de los recortes de personal, disminución de producción y problemas de liquidez de las empresas automotoras.
Al margen de todo el entorno en el que se genera este comunicado, vale la pena reflexionar acerca de si es posible indagar sobre otra lectura acerca de esta aseveración. Pronto tal vez tomemos conocimiento de que, no tanto lo que importa es quien desarrolló el automóvil, sino más bien, qué mensaje de fondo, cuál es el sentido subyacente, y cómo ha influido fácticamente, el hecho de la emergencia de esta tecnología, en nuestra actualidad.
Fue en 1784 cuando William Murdoch diseñó un prototipo de vehículo movido por vapor; y luego, en los inicios del siglo XIX, Richard Trevithick, desarrolló por su parte otro ingenio de autotransporte, en Inglaterra. A la postre, el alemán Karl Benz por su lado, y Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach, independientemente, crearon sus propios modelos de automóviles impulsados por gasolina. Justamente entre 1885 y 1889.Fue con el trabajo del empresario Henry Ford: la fabricación de automóviles en serie, que cambiaron significativamente los derroteros de esta invención.
Ahora bien, hasta antes de la aparición del automóvil, seguramente que la percepción del mundo era diferente: las distancias que se tenían que recorrer para desplazarse de un lado a otro se manifestaban ante la conciencia humana, como prolongadas y parsimoniosas. Las personas pensaban más, en su universo personal interior que en el material externo, mientras transitaban a su destino. El sentido del tiempo, muy probablemente también era distinto: se vivía más tiempo, sin tener una existencia más prolongada. El ritmo de la vida fomentaba subjetividades diferentes: el romanticismo del XIX, posibilitado, entre otros factores, por la paciente e intensa contemplación de sublimes paisajes naturales; nunca hubiera podido gestarse en los frenéticos y acelerados tiempos del siglo XX.
En cierto sentido, la historia de la tecnología sufrió una transformación definitiva, cuando Karl Benz, de Alemania, patentó su invento, el automóvil, en 1886. Sin embargo, el medio ideológico en el que este desarrollo surgió, es decir, la semilla de nuestro atribulado mundo contemporáneo, si que surgió en los Estados Unidos.
El horizonte incierto que todo automóvil, toda elaboración humana, realizada, en nombre del progreso, y no del fomento de la vida, conlleva en potencia, si es de origen norteamericano. Obama, irónicamente, tiene toda la razón.