El lado oscuro de George Bush
15-01-2009 | Por Ademir | Categoría: Artículos Premium, Artículos Seleccionados, Finanzas, Medios, Psicología, SociedadEl afamado psiquiatra Justin Frank, ha desarrollado un minucioso estudio sobre el modo de pensar y actuar del hasta ahora presidente de los Estados Unidos George W. Bush. Según Frank las desastrosas consecuencias político-económico-bélicas que padece el mundo son consecuencia directa de haberle concedido un tremendo poder a un hombre con un perfil de personalidad netamente destructivo.
Porque en los antecedentes personales de Bush, a juicio de Frank, pueden rastrearse eventos de crueldad hacia los animales, en contra de sus hermanos, y en perjuicio de sus compañeros de fraternidad escolar; eventualmente esto provocaría la catástrofe de Irak y la debacle del mundo entero.
Según el Diccionario de Oxford, un sociópata es una persona que carece de conciencia social, tal y como le sucede a un psicópata.
De acuerdo a diferentes manuales clasificatorios de desordenes mentales, las características asociadas con los desordenes de personalidad antisocial, como las de los sociópatas, parecen concordar con el talante de George Bush; los síntomas incluyen: un rechazo a adaptarse a las normas sociales, una acentuada tendencia a la falsedad, impulsividad, irritabilidad o agresividad; un patente desprecio por la seguridad de los demás y de la suya propia; una irresponsabilidad constante y una falta de remordimientos al mostrarse indiferente o racionalizar el hecho de haber provocado daño y dolor a los demás., como por ejemplo la ocupación y el abuso económico sobre Irak que ha resultado en la muerte y el desplazamiento de cientos de miles de ciudadanos iraquíes.
Bush claramente no manifiesta arrepentimiento alguno por esta acción y este parece ser un rasgo característico de su comportamiento.
El documentalista cinematográfico Michael Moore han corroborado los diagnósticos del psiquiatra Frank: es célebre en las páginas de videos de internet el episodio, difundido por Moore, en donde Bush permanece impasible en una clase de educación primaria que visitaba, durante siete largos minutos, luego de haber sido informado de los ataques a la ciudad de Nueva York en septiembre de 2001.
Lo más preocupante es que para Bush el mundo parece ser solo una propiedad de su mente, como si por el hecho de percibirlo tuviese sólo realidad para él, y no un valor por sí mismo: una especie de solipsismo moral es el que parece determinar todas sus acciones. Una posición así expone una voluntad de dominio metafísico que desprecia toda posibilidad de trascendencia y valor axiológico a nada que no tenga que ver con su propia realidad personal: es un hombre en su laberinto que olvido que lo era, y al evadirse se quedó enclaustrado para siempre: ¿quien salió al final?